RADIOFRECUENCIA

Ya os había comentado que mi tratamiento favorito para tratar la flacidez del rostro es la Radiofrecuencia. Hace ya 10 años que la uso y siempre obtengo muy buenos resultados. La prueba del ascensor no falla, y es la que me indica cuando tengo que salir disparada para hacerme una nueva sesión! La Radiofrecuencia se aplica con una máquina que emite un tipo de ondas de alta frecuencia que provocan el calentamiento de los fibroblastos, para que fabriquen nuevo colágeno y elastina. Esto dicho a grosso modo!

Los resultados son: El ovalo facial se reafirma, disminuyen las bolsas y ojeras, reduce la flacidez y actúa casi como un lifting de rostro y cuello. A nivel corporal, los resultados son también excelentes! Ya sabéis, barriguita, trasero, el flotador! ¿No me digáis que no estáis ya casi hiperventilando por recurrir a este método? Este tratamiento se debe de empezar a usar a partir de los 3o años para prevenir arrugas y líneas de expresión.

A continuación os explico como me lo aplican a mi en en el centro Ruth Lopez de Alicante.

Empezamos con una higiene de la piel a base de una limpiadora rica en AHA’s (Alfa Hidroxiácidos) que realizan una ligera exfoliación.

A continuación, se aplica por todo el rostro un aceite de oliva y argán Bio con partículas de ozono para que los cabezales de la máquina se deslicen suavemente. La sesión suele durar unos 45 minutos y Ruth se vale de un termómetro láser para no rebasar la temperatura indicada. Tan solo se nota una sensación de calor que no molesta en absoluto.

Luego, me aplica ultrasonidos sobre principios activos con factores de crecimiento epidérmico, vitamina C y una emulsión rica en antioxidantes para reparar los daños celulares.

Mientras tanto, me dan un masaje en los brazos. A esas alturas yo ya he alcanzado el estado Zen!

Después de un masaje facial para trabajar la musculatura facial, terminamos con una crema rica en pre y probioticos con betaglucanos y extracto de canela. Parece ser que mi piel con tanto cambio hormonal está deseando hincharse a danones. ¡Aquello olía genial! Y salí de allí con la piel impoluta, tersa y deseando subirme al ascensor! Un besito

Carmen