Como ya os había comentado en el post anterior, para estas vacaciones familiares necesitaba un lugar de desconexión y encontramos el lugar perfecto. El País Vasco me ha sorprendido. Me ha sorprendido la profusión de verdes de su paisaje tan solo moteado por rebaños de vacas y ovejas, sus bosques de hayas milenarias, las laderas de sus montañas precipitándose sobre el Cantábrico. Ha sido todo como un binomio de mar y monte. Bodegas vanguardistas, el Gunggenheim, sus pintxos, el aroma del Txacolí, surfistas cabalgando las olas. Me han encantado sus pueblos de tradición marinera, las marismas que crea el río Oka en la playa de Mundaka, los 241 escalones de San Juan de Gaztelugatxe con recompensa cuando llegas a la cima y te ves sobrecogido por tanta belleza y el recuerdo de un atardecer en la Playa de la Concha de San Sebastián sentada en unos escalones dejando que todo fluyera con la marea.
Justo antes de salir a pasear por el puerto de Getxo, hicimos estas fotografías con el único look primaveral que llevaba en la maleta pensando que iba a hacer un tiempo pésimo y fue todo lo contrario. Llevo una blazer de lino en azul pastel que combiné con un vaquero de campana y una camiseta básica blanca. Como complementos, un foulard de lino en rayas a juego con la chaqueta, un capazo blanco y unas sandalias plateadas. Un millón de besos.
Carmen
Blazer Mango Foulard Zara Bolso Mango
Fotografía Marina Dorado