¿QUÉ SON ESAS GANAS LOCAS?

¿Qué son esas ganas locas de salir corriendo que me apremian? ¡Qué poco aprecio le tenía a la palabra libertad!

Entre mis dedos, lentamente, se desvanecen girones de tiempo. Imagino la mullida hierba a los pies de un roble, cuyas ramas desbordadas de líquenes y musgo, se alargan en un intento de tocar la bóveda celeste. Cientos de sonidos susurran desde la espesura y escucho atenta como respiran las plantas, como florece la primavera. Es la armonía de los sonidos de la naturaleza. A mi alrededor, prados colmados de amapolas, malvas y nomeolvides se mecen en una deslumbrante sinfonía. Me imagino con guirnaldas en el pelo, girando descalza, aspirando lentamente la tormenta lejana. El azul del cielo ha cambiado. Huele a tierra fecunda, huele a Gaia, a Pachamama.

La tierra que nos cobija, se cura, pero también nos cura a nosotros de nuestra propia codicia, de nuestro ego desbordante. Vivíamos muy de prisa. ¡Vivíamos tanto hacia afuera! y ¡tan poco hacia adentro! Todavía no entendemos que somos pura energía, que somos seres interconectados.

Nos hicieron creer que el incremento del consumismo alimentaba nuestro bienestar, cuando la felicidad solo se puede encontrar en las cosas sencillas, en las cosas pequeñas. La geopolítica nos hace esclavos dependientes de un sistema que tiene que variar el rumbo. Lo que sufrimos ahora es producto del deterioro que estamos provocando en el planeta. Nuestra supervivencia radica en un cambio de valores que nos haga responsables de nuestros actos para las generaciones futuras. De momento, esta crisis nos ha enseñado una palabra hermosa que se llama solidaridad y que constituye el valor más humano de las personas. Como dice Jorge Bucay en su libro El camino del encuentro:

Habrá que encontrar el rumbo y empezar a recorrerlo. Y posiblemente, habrá que arrancar solo y sorprenderse al encontrar más adelante, en el camino, a todos los que seguramente van en la misma dirección que nos obligar a ir más allá.

Carmen

VACACIONES

Como ya os había comentado en el post anterior, para estas vacaciones familiares necesitaba un lugar de desconexión y encontramos el lugar perfecto. El País Vasco me ha sorprendido. Me ha sorprendido la profusión de verdes de su paisaje tan solo moteado por rebaños de vacas y ovejas, sus bosques de hayas milenarias, las laderas de sus montañas precipitándose sobre el Cantábrico. Ha sido todo como un binomio de mar y monte. Bodegas vanguardistas, el Gunggenheim, sus pintxos, el aroma del Txacolí, surfistas cabalgando las olas. Me han encantado sus pueblos de tradición marinera, las marismas que crea el río Oka en la playa de Mundaka, los 241 escalones de San Juan de Gaztelugatxe con recompensa cuando llegas a la cima y te ves sobrecogido por tanta belleza y el recuerdo de un atardecer en la Playa de la Concha de San Sebastián sentada en unos escalones dejando que todo fluyera con la marea.

Justo antes de salir a pasear por el puerto de Getxo, hicimos estas fotografías con el único look primaveral que llevaba en la maleta pensando que iba a hacer un tiempo pésimo y fue todo lo contrario. Llevo una blazer de lino en azul pastel que combiné con un vaquero de campana y una camiseta básica blanca. Como complementos, un foulard de lino en rayas a juego con la chaqueta, un capazo blanco y unas sandalias plateadas. Un millón de besos.

Carmen

Blazer Mango Foulard Zara Bolso Mango

Fotografía Marina Dorado