Un soplo de aire me transporta a un lugar de Bolivia, al hotel Santa María la Antigua. Es temprano y acaba de llover, las rachas de viento agitan las cortinas de mi dormitorio. A lo lejos, se escuchan las voces de los vaqueros que montados a caballo intentan reunir a las reses antes de que suene la señal del desayuno. El estrépito de los loros intentando guarecerse del aguacero es ensordecedor y el aroma de las flores exóticas provoca en mi mente sensaciones indescriptibles. La ventana me atrae como un imán y todo lo que percibo es una sinfonía de verdes. El verde de la selva, el verde que nos empeñamos en mutilar, el verde que deseamos destrozar. Vivimos freneticamente, inmersos en un mundo artificial sin escuchar la llamada del patrimonio más sagrado que tenemos, el de nuestra Tierra, la herencia de nuestros hijos. Mientras, se firman miles de pactos, el último se llama Leticia con 16 puntos para salvar este terremoto mediático. Yo todavía tengo fe en nosotros, la raza humana, en la memoria colectiva transmitida de generación en generación y sobre todo en el instinto que nos ha mantenido vivos a lo largo del tiempo. El post sobre este hotel, podéis verlo aquí.
Hoy me he desviado tremendamente de la descripción de mi look, pero el verde me ha hecho soñar con un mundo mejor. Llevo un dos piezas, el top con escote asimétrico y una falda midi con drapeado en la cadera. Lo he combinado con unos salones de charol en rosa empolvado y un bolso de pedrería y plumas también en rosa. Por último, me he recogido el pelo para que se vean los pendientes de piedras en la misma tonalidad que el vestido. Os dejo los links a las prendas más abajo. Un besito
Carmen
Top Zara Falda Zara Bolso Gloria Velazquez
Fotografía Javier Dorado